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Y cuando no me recuerdes, aquí seguiré: la demencia arrasa con la vida de un policía cordobés de 44 años

Rafi muestra una imagen de su hijo Gabi antes de la enfermedad

Alejandra Luque

6 de abril de 2025 21:05 h

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Hay historias increíbles en el sentido estricto del término. Y la de Gabriel -a partir de ahora lo llamaré Gabi, como a su madre, Rafi Vázquez, le gusta llamarle- es así. Me siento con ella en el salón de su casa, ubicada en el humilde Campo de la Verdad, donde también vive el padre del protagonista de esta historia, Francisco Castro, muy conocido en el mundo del boxeo. Frente a mí tengo a una mujer menuda que cada palabra que verbaliza es una lucha entre la razón y sus emociones. La charla se extiende durante más de una hora y esta mujer, de baja por depresión, no llega a romperse. No quiere que las lágrimas le frenen a contar la realidad por la que su hijo, directamente, sus padres y su familia afrontan desde que a él le detectaron demencia frontotemporal.

Sentado en el sofá espera Gabi, que era policía nacional en Córdoba. Lo miro a él y a una foto en la que aparecen un joven y un niño. En segundos cruzo en mi cabeza los datos que tengo hasta ese momento y llego a la conclusión de que aquel chico es el que ahora, físicamente cambiado, me saluda a mí y a mis compañeros en un tono alto de voz. Sin embargo, cuesta creer que sean la misma persona, así que directamente se lo pregunto a Rafi. “Sí, sí, es él. Mira el cambio”. No le falta razón. De vez en cuando, Gabi chilla y hace difícil la conversación, pero esa es la realidad de este hombre que lo tenía todo y que ahora su mente poco a poco va borrando.

En un santiamén, Gabi abandona el salón y se oye el tintineo de ollas. Rafi “vuela” hacia la cocina. Si se descuida, arrasa con toda la comida que encuentra. El trastorno alimentario compulsivo que ha desarrollado con la demencia ha obligado a sus padres a instalar una puerta con llave. También han tenido que hacer obras en un baño para poder bañarlo con comodidad. En vistas a esta situación, la tía de Gabi pasa por casa para recogerlo. La hermana de Rafi se ha convertido en uno de sus pilares fundamentales. Todos los días, Gabi acude a su casa en lo que se ha convertido en una rutina que permite a Rafi hacer las cuestiones más básicas que implica una casa, como comprar. Está en tratamiento psiquiátrico para intentar sobrevivir a esta realidad que la destroza, tal y como ella misma explica.

Aunque el diagnóstico de Gabi llegó el pasado año, los informes médicos -consultados por este medio- dejan ver que, tal vez, las señales de una posible demencia aparecieron mucho antes a través de gestos y actitudes que llamaron la atención en su momento, pero que a nadie les llevó a pensar en ninguna enfermedad. Algunos de ellos son cambios sutiles de personalidad, pérdida de empatía y un nulo interés por la asociación que él mismo presidía, Alas Córdoba, de la que hoy está su padre al frente. Mientras que esto ocurría, Gabi volvía a ser padre -tiene un niño de 17 años y una niña, de cuatro- y ejercía en la comisaría de Campo Madre de Dios. Estaba separado y en una relación con la madre de su hija, con quien se casó en 2022.

Cariñoso y muy familiar, Rafi recuerda que en esa época -2020- Gabi dejó de ir a verla con la frecuencia habitual que lo hacía. Incluso cuando le proponía que le llevara a la niña, él le decía: “Si me invitas a comer, voy. Si no, no”. “Contestaciones así me sorprendían porque mi hijo tenía pasión conmigo. Además, estuve tres meses en silla de ruedas por una operación de tobillo y él no se comportó como solía a hacer”. En agosto de 2023 recibió una llamada de su nuera, y madre de su nieta, alertándole de cambios en su hijo y de que “estaba todo el rato con el móvil”. Cogió cita con un neurólogo, que diagnosticó que Gabi padecía depresión. En octubre de ese año, este cordobés empezó a ser tratado en Quirón porque “veía que las pastillas lo ponían más rebelde”. En aquella consulta ya se habló, además, de numerosos fallos de memoria y malestar que este policía asociaba a graves episodios que había pasado en la Policía Nacional relacionados con la muerte de una mujer atropellada y el suicidio de un joven. Tan solo un mes después, en diciembre de 2023, el deterioro cognitivo ya era muy grave.

Es entonces cuando Rafi tomó la decisión de que su hijo se traslade a su vivienda, ya que la mujer de Gabi decidió no ejercer la guarda de hecho. Es decir, cuidarlo. Así consta en los documentos jurídicos que han otorgado a esta madre el cuidado y la atención de Gabi hasta que él fallezca. Rafi se levanta todos los días sabiendo dos cosas: que el deterioro de su hijo irá a más -hasta que no pueda caminar ni hablar- y que la esperanza de vida de Gabi es de entre seis y diez años. Se dio baja del Cuerpo y la Policía fue a su casa a recoger su pistola. La placa sí la conserva Rafi como oro en paño y como un recuerdo de una parte de lo que fue su hijo y que ya no es. Desde principios de este año se iniciaron los trámites para su jubilación por gran incapacidad y también está divorciado de su segunda mujer. Además, Rafi ha solicitado la ayuda de Dependencia de la Junta de Andalucía.

Diagnóstico de la enfermedad

Una prueba PET scan y una punción lumbar -que da información del cerebro- permitieron a una neuróloga del Hospital Quirón confirmar la enfermedad de Gabi: demencia frontotemporal. Hoy no hay tratamiento para esta enfermedad, sino para tratar las consecuencias de su evolución. Tampoco se conocen las causas de su desarrollo, aunque Rafi explica que su hijo “cogió tres veces el covid y también se vacunó otras tres”. Actualmente, no hay estudios clínicos que vinculen directamente esta enfermedad con el coronavirus o la vacuna.

Desde el diagnóstico, la enfermedad de Gabi ha progresado significativamente. Su madre describe cómo su hijo experimenta cambios en su conducta, llegando a tener momentos de “euforia”. También ha desarrollado comportamientos inusuales y u capacidad de comunicación ha disminuido, aunque si se le habla, suele contestar. En cuanto a sus rutinas diarias, suele levantarse muy temprano (algunos días, incluso, a las 4:00), pidiendo el desayuno insistentemente. Aunque todavía puede vestirse solo y realizar algunas tareas de higiene personal, como lavarse los dientes, necesita ayuda para otras. También se le olvida la noción del tiempo, pudiendo “ponerse ropa de invierno en verano”, explica su madre.

La medicación también ha ido aumentando progresivamente: hasta ocho pastillas diarias y parches para intentar frenar la enfermedad. Pese a todo, las pastillas son algo de lo que nunca se olvida Gabi. Ante la evolución de la enfermedad, Rafi ha buscado alternativas para proporcionarle los cuidados adecuados. Intentó acceder a algún centro de día público o con plazas concertadas, pero se encontró con obstáculos debido a la edad de su hijo y a criterios económicos. Con la pensión de Gabi se afrontan los gastos de manutención de sus dos hijos, las partes proporcionales del IBI y de la hipoteca de la casa que tiene con su exmujer, y sus medicinas.

Fepamic podría ser una opción, pero Rafi la ha rechazado “al tratarse de un centro de día abierto y hay peligro de que Gabi se escape”. La última alternativa que estudia es la de la Asociación San Rafael de Alzheimer y Otras Demencias. Explica que tras una primera visita, y después de hacerse socia, está pendiente de si esa asociación puede ser un recurso para su hijo. Aun si así fuera, la preocupación de Rafi está también en “cómo puede reaccionar él al estar rodeado principalmente de personas mayores”.

Apoyo de sus compañeros policías

Desde que Gabi comenzó toda esta travesía, Rafi ha encontrado, además de en su hermana, un gran apoyo en la madre de su nieto e hijo mayor de Gabi, quien lo visita en casa de sus abuelos paternos. Cuidar la salud mental de este joven también es otro desafío contra el que esta familia tiene que luchar. Este menor sí ha visto cómo era su padre y cómo está hoy. Su hija pequeña también acude a verlo, aunque no con un régimen de visitas al uso, ya que la jueza entendió que un acuerdo de medidas de custodia al uso no podía aplicarse a situaciones como esta. “Para mí es imposible cuidar de mi hijo y de mi nieta a la vez, tanto entre martes y jueves como en los fines de semana en los que yo la hubiera tenido”, lamenta con pesar esta abuela, quien prefiere que la niña “no vea a su padre cómo está, porque así le evitamos sufrimiento”.

Rafi también lidia con esos momentos en los que la vida golpea doblemente a su hijo, castigándole con momentos de lucidez, convirtiendo su existencia en un martirio.Y entre todo esto, un rayito de luz de la mano de quienes fueron compañeros de su hijo. “Rafa, Martos y Alfonso lo visitan con frecuencia y se preocupan muchísimo, incluso el que era su jefe en Lucena”, agradece Rafi, quien también se refiere al movimiento puesto en marcha a nivel nacional de la mano de la Fundación Mupol para recaudar fondos económicos que ayuden a esta familia. Todo el que lo desee puede realizar una transferencia bancaria con el concepto DONATIVO GABI al número de cuenta ES1000491838132910399548.

Llegará el día en que Gabi no recuerde quién es Rafi ni tampoco su padre. Pero sí sabrá que hay dos personas a las que ve todos los días y lo quieren.

Por expreso deseo de Rafi, en este reportaje no aparecen imágenes actuales de Gabi. Prefiere que quienes lo hayan conocido alguna vez, y si hoy día no existe relación, se queden con esa imagen y ese recuerdo.

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