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 DIRECTORIO   Jueves, 29 de Enero de 1998, número 278
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Morir de estr�s Los cient�ficos proponen nuevas f�rmulas que midan las consecuencias de la tensi�n emocional e insisten en que el ejercicio es la mejor estrategia para prevenirlas


PATRICIA MATEY


El estr�s profesional le empuj� a beberse una botella de ars�nico. La sentencia
del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y Le�n que salt� a las p�ginas de
este diario el lunes pasado es un ejemplo m�s. Un trabajador de la compa��a
Metal Air, de Valladolid, intent� quitarse la vida al �encontrarse bajo un
fuerte estr�s laboral, viviendo con gran responsabilidad la dif�cil situaci�n
laboral por la que atravesaba la empresa... asumiendo como personales los
fracasos de los proyectos de la empresa�, reza la sentencia.
Hoy, ni la Justicia duda ya de la veracidad de uno de los conceptos que m�s ha
revolucionado la medicina del siglo XX: que el estr�s es uno de los
responsables directos de las enfermedades ps�quicas y f�sicas m�s comunes y m�s
mortales que afectan a la Humanidad: patolog�a cardiovascular, diabetes, asma,
c�ncer, hipertensi�n, osteoporosis, ansiedad, depresi�n, insomnio, p�rdida de
memoria e, incluso, envejecimiento.
Las teor�as sobre el estr�s, lanzadas por el fisi�logo Walter Canon, primero, y
el cient�fico Hans Seyle, despu�s, se han convertido, por fin, en evidencia
cient�fica.
La revista New England Journal of Medicine publicaba hace tres semanas un
art�culo de revisi�n que sienta las bases sobre las consecuencias de vivir bajo
estr�s.
La trascendencia, el valor, del art�culo del New England reside en que se trata
de una revisi�n. Y as� se denomina a los trabajos en los que un experto en una
materia concreta del campo de la medicina repasa minuciosamente las mejores
investigaciones que se han realizado sobre su especialidad.
El art�culo, en el que finalmente se citan 113 estudios que han sido difundidos
en varias revistas cient�ficas, redefine lo que es el estr�s, sus tipos y sus
efectos a largo plazo.
O como dir�an los profanos, por qu� un trabajador intenta quitarse la vida
debido a presiones profesionales. Por qu� algunas mujeres enferman de c�ncer
a�os despu�s de sufrir un tragedia familiar. O por qu� hay ejecutivos que ni
fumaban ni beb�an y llevaban una vida sana, pero murieron de un infarto tras
vivir durante d�cadas bajo la presi�n de la cuenta de resultados.
Ante cualquier situaci�n de estr�s, externo o interno, el sistema nervioso
central, el eje hipotal�mico hipofisario (HPA), el sistema cardiovascular, el
metab�lico y el inmune responden.
El precio que cada persona paga por adaptarse a las situaciones estresantes es
lo que el cient�fico Bruce S. McEwen, de la Universidad Rockefeller y autor del
art�culo de la revista New England, denomina carga alost�tica.
Es, en definitiva, el desgaste que se produce tanto por una actividad extrema o
demasiado baja de los sistemas enumerados anteriormente como respuesta a las
tensiones.
Y ese precio no es el mismo para todos. Bruce S. McEwen pone un ejemplo. A la
mayor�a de las personas se les activa el HPA cuando tiene que hablar en
p�blico. Despu�s de tener que enfrentarse repetidamente a este suceso, muchas
de estas personas se habit�an y la secreci�n de cortisol (un glucocorticoide,
hormonas segregadas por las gl�ndulas suprarrenales como respuesta al estr�s)
no se incrementa como lo hizo durante los primeros discursos. Sin embargo, un
10% de estos individuos se pondr� siempre tenso cuando tenga que dar una
conferencia y sus niveles de cortisol aumentar�n en todas esas ocasiones.
Otros, en cambio, pagar�n esta tensi�n aumentando su presi�n arterial.
Dos factores determinan c�mo se enfrenta cada individuo a una situaci�n de
estr�s. La forma en que cada uno percibe esa momento (mientras que para algunos
volar en avi�n no supone un factor de estr�s, para otros s� lo es) y el estado
general de salud, que est� determinado por factores gen�ticos, ambientales o el
estilo de vida.
As�, por ejemplo, las personas cuya tensi�n arterial se eleva durante horas
despu�s de producirse un hecho estresante suelen tener un familiar directo,
padre o madre, hipertenso. Son los genes, por tanto, los que est�n elevando su
susceptibilidad a sufrir estr�s cardiovascular.
Y si no todas las personas reaccionan igual ante una situaci�n estresante,
tampoco todas las tensiones provocan la misma carga alost�tica.
.
Distintas respuestas al estr�s
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El primer tipo de carga alost�tica es la que est� provocada por el estr�s
frecuente, aqu�l que causa una respuesta f�sica inmediata. Una persona tiene
que acudir a una cita importante y un atasco le impide llegar a tiempo.
Esta situaci�n desencadena un estr�s inmediato. Como consecuencia, se eleva la
tensi�n arterial, lo que puede incrementar las probabilidades de infarto en las
personas con factores de riesgo.
La segunda clase es la respuesta normal, pero mantenida, constante, al estr�s.
El resultado: una exposici�n prolongada a las llamadas hormonas del estr�s (las
catecolaminas, adrenalina y noradrenalina, que son las hormonas que libera el
sistema nervioso simp�tico, y los glucocorticoides). Determinados
profesionales, como periodistas, ejecutivos, pilotos o m�dicos, son los que m�s
sufren este tipo de carga alost�tica.
La tercera: cuando la respuesta f�sica al estr�s se prolonga en el tiempo. Un
ejemplo. Est� demostrado que las mujeres depresivas sufren una p�rdida de masa
�sea. Estas f�minas, cuya carga alost�tica es cr�nica debido a su estado
mental, poseen concentraciones elevadas de cortisol que inhiben la formaci�n de
hueso.
En el cuarto tipo de carga alost�tica se produce una respuesta f�sica
inadecuada al estr�s. Es decir, cuando uno de nuestros sistemas no responde
correctamente ante los est�mulos estresantes, ante una amenaza, el organismo
act�a activando otros sistemas que no suelen ser los corrientes. As�, si una
situaci�n tensa no eleva, por ejemplo, los niveles de cortisol de un individuo,
su fisiolog�a tiene que compensar esta deficiencia y responde con un aumento de
citoquinas inflamatorias. Ensayos en ratas han demostrado que las consecuencias
de esta respuesta anormal aumentan la susceptibilidad de estos animales de
laboratorio a padecer trastornos autoinmunes o inflamatorios. Pero, c�mo
afectan estos tipos de estr�s a los diferentes sistemas del organismo:

Coraz�n.- El sistema cardiovascular puede verse seriamente afectado por el
estr�s. Investigaciones que han demostrado que las personas con bajo control
sobre sus trabajos y una fuerte demanda psicol�gica tienen m�s riesgo de sufrir
enfermedad coronaria, o trabajos que han asociado las tensiones y las
frustraciones diarias con un mayor riesgo de sufrir un infarto de miocardio lo
demuestran.
�La relaci�n entre estr�s y cardiopat�a isqu�mica est� muy documentada�, afirma
Juan Rodr�guez Abell�n, director del Simposium celebrado el pasado mes de
noviembre en Valencia sobre estr�s profesional, �as� como su papel, por
ejemplo, en las �lceras p�pticas�.
En un reciente estudio, publicado en la revista Archives Internal Medicine, se
determin� cu�l era la carga alost�tica y su influencia en el sistema
cardiovascular.
Para ello, los especialista determinaron que una carga alost�tica elevada
implica poseer niveles altos de un grupo de variables distintas: presi�n
sist�lica; secreci�n en la orina nocturna de cortisol y catecolaminas; relaci�n
entre cintura y cadera. Es decir, cantidad de grasa acumulada en la zona
abdominal; relaci�n entre la cantidad de colesterol total y el HDL; el bueno;
concentraci�n de este �ltimo tipo de l�pido, y la concentraci�n de
epiandrosterona, un tipo de hormona masculina.
Un an�lisis demostr� que aquellas personas que manten�an una actividad f�sica y
mental vigorosa, pose�an una carga alost�tica baja. Por tanto, el riesgo de
enfermedad cardiovascular, hipertensi�n y diabetes era reducida.
Por el contrario, y tras un seguimiento de tres a�os (1988-1991), los expertos
encontraron que los individuos que manten�an una elevada funcionalidad (tanto
f�sica como mental), pero pose�an una carga alost�tica alta, ten�an m�s riesgo
de sufrir problemas cardiovasculares, as� como m�s probabilidades de sufrir un
deterioro de sus funciones cognitivas y f�sicas.
Y, curiosamente, durante la investigaci�n tambi�n se observ� que una elevada
secreci�n de cortisol entre las mujeres que participaron en el estudio era un
factor que predec�a un posible deterioro de la memoria en este grupo de
f�minas.

Cerebro.- �El estr�s repetido afecta a la funci�n cerebral, especialmente en el
hipocampo�, afirma el cient�fico McEwen.
El hipocampo est� involucrado en la memoria verbal y particularmente en la
memoria de contexto, el tiempo y el lugar donde se producen los eventos que m�s
impactan emocionalmente. As�, el estr�s moment�neo pueda afectar a la memoria,
pero esta consecuencia suele ser reversible y, adem�s, de corta duraci�n. Sin
embargo, el estr�s repetido y continuado puede atrofiar ciertas neuronas que se
encuentran en una regi�n -la denominada CA3- del hipocampo. Im�genes obtenidas
con resonancia magn�tica de personas que han sufrido enfermedades asociadas al
estr�s, como depresi�n, o estr�s postraum�tico lo testifican.
�No est� claro si este deterioro es reversible o moment�neo�, afirma el
cient�fico de la Universidad Rockefeller. Asimismo, estudios en ratas han
demostrado que el estr�s cr�nico acelera el proceso de envejecimiento debido a
que el exceso de glucocorticoides en el cerebro acaba intoxicando al hipocampo
y causando da�os en las neuronas.

Inmunidad.- Aunque existe la sospecha, los cient�ficos desconocen a�n cu�les
son los mecanismos exactos por los que el estr�s prolongado puede llegar a
provocar c�ncer.
�Los estudios sobre enfermas de c�ncer de mama�, explica a EL MUNDO Bruce S.
McEwen, �argumentan de forma clara que reducir la carga alost�tica de estas
pacientes con apoyo social prolonga su supervivencia. Los mecanismos exactos
por los que se produce este hecho no est�n nada claros. Una de las razones
puede ser que la falta de apoyo inhiba a las defensas del sistema inmune y que,
por el contrario, el soporte social rompa esta supresi�n�.
Otros trabajos han demostrado que las tensiones nos hacen m�s vulnerables a las
infecciones y a las gripes.
En este sentido, un estudio publicado recientemente en Psychosomatic Medicine
relaciona el estr�s postraum�tico de algunos de los soldados que combatieron en
Vietnam con un mayor riesgo de sufrir enfermedades infecciosas y cr�nicas.
Seg�n el trabajo, y tras estudiar la historia m�dica de 1.399 combatientes, se
demostr� que aqu�llos que sufrieron estr�s postraum�tico tienen entre un 50% y
un 150% m�s de riesgo de padecer problemas graves de circulaci�n, digestivos,
musculoesquel�ticos, respiratorios e infecciosos 20 a�os despu�s de acabar su
servicio militar, cuando se les compara con los que no sufrieron estr�s
postraum�tico.

Implicaciones.- �Tener en cuenta la carga alost�tica es cada vez m�s importante
para el diagn�stico y tratamiento de muchas enfermedades�, destaca el
cient�fico Bruce McEwen.
Pero, sobre todo, este concepto puede resultar relevante a la hora de orientar
a los pacientes sobre las medidas que pueden adoptar para proteger su salud de
los estragos que causa vivir bajo estr�s.
�Los m�dicos pueden ayudar a sus pacientes a reconocer sus propias
limitaciones, a comunicar sus frustraciones y a valorar la importancia de
relajarse. Tambi�n es importante que sepan que el tabaco, la dieta, y el
alcohol son factores que aumentan los efectos del estr�s cr�nico�.
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