
Opinión
Mónica García hace de Ayuso la razón de ser de su existencia
De los escándalos sanitarios protagonizados por la izquierda no dicen ni palabra

Pedro Sánchez debería cambiar el nombre al Ministerio de Sanidad para pasar a denominarlo Ministerio Antiayuso. En lugar de esmerarse en resolver los problemas de la Sanidad pública, que cada día va peor, con más pacientes en lista de espera, más retrasos en la incorporación de los medicamentos innovadores y más cabreo de los médicos, Mónica García y varios de sus altos cargos –no todos– están haciendo de los ataques a la presidenta de la Comunidad de Madrid la razón de ser de su existencia y cada día se prodigan en nuevas perlas con las que intentan –estérilmente, como se ha visto en todas las elecciones autonómicas– ponerla en solfa.El foco de los ataques se centra en las andanzas de su pareja, Alberto González Amador, y en el affaire de las residencias durante la pandemia, pero de los escándalos sanitarios protagonizados por la izquierda no dicen ni palabra.
A García y sus compañeros de viaje parecen importarles poco las irregularidades en la compra de mascarillas si estas fueron cometidas por Ábalos, Koldo, la Canarias de Ángel Víctor Torres o la Baleares de Francina Armengol. Tampoco han puesto el grito en el cielo por los numerosos contratos irregulares que protagonizó su Ministerio antes de que ellos llegaran, y que están documentados, ni por algunas decisiones que pudieron tener un impacto tremendo en la población. Por ejemplo, la autorización del 8-M, la lentitud de Sanidad a la hora de adoptar medidas preventivas como el cierre de colegios o aeropuertos, la inexistencia de expertos de prestigio que avalaran las decisiones, las palabras de Fernando Simón desaconsejando el uso de las mascarillas o la impericia del Gobierno a la hora de adquirir equipos de protección. ¿Cuántas vidas se podrían haber salvado si se hubiera actuado correctamente?
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